domingo, 25 de abril de 2010
I
Somos, cuando tu y yo pensamos que somos lo que somos, en tal lugar y en aquellas noches, y entré la candidez de las comisuras y de las caricias atiborradas, las pleitesía carece de sentido, somos lo que somos en aquel lugar y entre nosotros, somos porque simplemente nosotros lo queremos ser. No es mi culpa, no es tu culpa, porque muchas veces el sentido, el cuerpo, el tiempo, la hora, las hojas no escritas y las escritas también le juegan una mala broma a nuestra moral, y la idealización se transforma en una extraña y pesada carga culposa.
II
Te disparo y no sé como no has muerto.
III
Amanecer entre los sollozos de las manos lentas, del letargo pausado de la vida sin sentido, del alcoholismo desbordante, de las mil maneras de destruir todo lo que haz vivido entre luces de drogas mentales.
reconsiderar que corro, me escapo, huyo, me enrredo, te quiero, que pienso en lo lerdo y en mis sueños, reconsidero que todos los lúnes me lamento viendo como delante de mis ojos se me escapan mis sueños, y yo acá, aquí, allí, pensando en lo imposible, sientiendo miedo, me quedo inmovil, inmamovible, ofuscado como un roca, una hoja perenne, me lamento todos los días de mi suerte, culpable quizás de perder el sentido, culpable quizás de en la belleza haberme perdido, culpable quizás de sentirme un maldito, culpable quizás de haberte mentido, sentido, huído, querido, no creído, y lo que más me duele, perdido.