jueves, 8 de julio de 2010

el estadio

El estadio

La bandera tricolor, manchada tras la sombra de vulgares y viles contiendas
La boletería desalojada, añoroza de un aglutínate partido
El niñito ingenuo que mira con detención los anuncios de la temporada
Las hojas de diario picada, el sol que pega fuerte y acaricia poco
Las miradas opacas de algún anciano, el resorte aturdidor, seguramente vencido, de la vieja micro, de recorrido 666, la cual no tome, aunque me sirva.
El pilucho, ese que siempre fotografían, con unos barristas al lado
Las voces de aterradoras de víctor, clamantes de piedad, y deseosas de justicia
La arboleda que atisba un desencanto olvidado, cruel naufragio que tras un combate inútil perdió todo su firmeza
Las bancas rotas, la piedras sueltas, el rastro de pintura
Las canchas regadas, el calor de cemento viejo, el feo mural, el cruel recuerdo,
la cárcel , los fantasmas, las fama, la derrota.
Un perro hambriento, un perro de esos de la calle, que lame mis zapatos olfateando un que se yo, en fin se fue.
El camarín olvidado, los desgarros plasmados, ni perdón, ni olvido, ni un partido ganado, ni un partido perdido.
Caszely y los de abajo, las galerías solitarias, a tablero revuelto, a calzón quitado., dos contra 1, 100 contra 5000, mil balas contra uno , una metralleta contra tres.
Los recorridos tránsfugos, los sapos avisando la distancia, los heladeros y cantantes, las madres con sus niños, el furgón amarillo, las palomas sucias, el cielo azul, tribuna andes y pacífico.

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